CAPÍTULO 1
El nuevo corte de pelo de Mamá—¡J.D.! —gritó mi mamá—. ¡Ven aquí inmediatamente!
Era la noche antes de su graduación de la universidad. En realidad, era su segunda graduación. La primera fue cuando estudió enfermería, pero luego ella quiso probar algo distinto. Esta vez, regresó para obtener una maestría en administración de empresas. Pronto empezaría un nuevo trabajo en la oficina del alcalde.
Y con tan solo ocho años, ¡yo también tenía un trabajo bastante nuevo! Después de ganar la Gran batalla de barberos de Meridian, Mississippi, hace unos meses, empecé a trabajar para Hart and Son, la única barbería auténtica en la ciudad. Con el dinero que ganaba los sábados compraba caramelos y cómics.
Cuando llegué adonde mi mamá, ella estaba parada frente al espejo del baño. Vi que había tirado a la basura toda su caja de productos para el pelo.
—J.D., quiero que me cortes el pelo. Necesito un look diferente para mi nuevo trabajo. Y quiero verme especial para mi graduación. Voy a dar un discurso.
A Mamá la habían escogido para ser algo que llaman
valedictorian. Sonaba como un premio especial por ser inteligente, y mi mamá lo era. Estábamos emocionados porque iba a terminar sus estudios. Ella decía que su nuevo trabajo le daría más tiempo para estar con sus hijos: mi hermana mayor, Vanessa; mi hermano menor, Justin; y yo. Todos vivíamos con mis abuelos, el señor y la señora Slayton Evans, en una casa de un piso construida en la década de los treinta. Cualquiera pensaría que sería un circo, pero no era así. Los adultos nos mantenían organizados.
—¿Qué estilo quieres, Mamá? —le pregunté.
Mamá se sentó en el banquillo que guardábamos en el baño y sacó su teléfono. Me mostró una foto en Instagram de la actriz que hizo el papel de Nakia en la película
Pantera Negra. Ella llevaba el pelo corto con la partidura hacia el lado.
—¡Quiero esto! —dijo Mamá.
—¡Wow, Mamá! ¿En serio?
Solo había visto a mi mamá con pelo corto, con su corte
pixie, pero este sí que era CORTO.
—Sí, estoy segura —contestó—. Me parece que es un corte que puede hacer un barbero, y el mejor barbero en toda la ciudad vive en mi casa —añadió con mucho orgullo.
Fui a mi cuarto a buscar mi máquina recortadora.
El zumbido que hacía al prender siempre me ayudaba a enfocarme y a entrar en la zona.
Mientras el pelo de mi mamá caía al suelo, yo deseaba hacer un buen trabajo. Quería que se sintiera especial en su día especial.
Cuando terminé, le pasé un espejo de mano a Mamá y ella echó un vistazo. Se tocó la cabeza y sus ojos se abrieron de par en par. Luego comenzaron a brillar. Estaba llorando.
¿Había yo hecho un trabajo horrible? ¿Detestaba cómo se veía?
Nunca le había arreglado el pelo a una mujer, y quizás debí haber practicado antes de cortar el de Mamá. La imaginé subiendo al escenario al día siguiente, y todo el mundo señalándola y mirándola fijamente. La última vez que tuve un
fade torcido, ¡los niños de la escuela se burlaron de mí durante semanas! ¡¿Qué había hecho?! ¡Ahora Mamá tendría que dejarse su birrete de graduación puesto todo el tiempo!
De pronto una sonrisa transformó el rostro de Mamá.
—No puedo creer lo bien que me veo —comentó.
Nadie había llorado antes en mi silla de barbero. Afortunadamente, eran lágrimas de alegría.
—¡Y mi hijo James es la razón por la que me veo genial! —agregó.
Esto me emocionó y me hizo sentir muy bien. ¡Y también me sentí emocionado porque mañana mi trabajo estaría a la vista de cientos de personas en el auditorio de la universidad! No me había pasado algo así desde la Gran batalla de barberos.
Después de ganar, la gente me saludaba chocando los puños, dejaban que me colara en la fila o me regalaban muestras en la heladería. Y hasta habían escrito un artículo sobre mí en el periódico
Meridian Star. Abuelo enmarcó el artículo y lo colgó en la sala de estar junto a algunos dibujos que yo había hecho. ¡Era fantástico!
Últimamente me había estado cuestionando si estaba perdiendo mi encanto. Había tenido que pagar por mi helado durante semanas. ¿Acaso me estaban olvidando?
Mamá me dio un fuerte abrazo antes de salir de la habitación; se veía radiante. ¡Al menos ella todavía era mi mayor fan!
El abuelo dejó a Mamá en su ensayo de graduación temprano por la mañana. Eso nos dio tiempo suficiente para prepararnos para la fiesta sorpresa para Mamá.
—Muy bien, todo el mundo, manos a la obra —nos dijo el abuelo cuando regresó a la casa.
Pusimos una pancarta que decía «Feliz Graduación» en el porche trasero y cubrimos con papel aluminio el pastel de chocolate, el pollo frito y la ensalada de papas que Abuela había preparado. Les pedimos a todos los invitados que trajeran un platillo extra, ¡y yo estaba ansioso por comer de todo en cuánto regresáramos!
En la ceremonia, Mamá se veía muy segura frente a la audiencia con su nuevo corte de pelo. Sus aretes brillaban mientras hablaba. Pero era difícil concentrarme en lo que ella estaba diciendo porque yo tenía muchísimo calor por haber estado sentado allí en mi ropa de iglesia.
Igual que Mamá, yo también había terminado mis clases, ¡y eso era lo mejor! Las vacaciones de verano estaban a punto de comenzar. Bueno, las clases en Douglass Elementary estaban casi por terminar, pero el programa de la Evans Summer School comenzaría de inmediato.
«Abuelo, ¿acaso no voy a aprender todo esto el año que viene?» le había preguntado cuando me entregó un papel con todas las materias que él, mi abuela y mi mamá planeaban enseñarnos a mi hermana y a mí este verano.
«Es mejor estar adelantado que atrasado» me dijo.
Supongo que tenía razón; sin embargo, ¡yo tenía deseos de no hacer nada más que nadar, jugar videojuegos y comer helado hasta el comienzo de la escuela, aunque solo por una vez!
—Y por último, pero no menos importante, recibamos con un aplauso a nuestro último graduado, ¡el señor Harold Zeet!
Mientras el señor Zeet sonreía y recibía su diploma, sentí un golpecito en la parte de atrás de mi cabeza.
Era Vanessa. Me entregó un papelito que decía:
Tengo una idea para tener el mejor verano de la historia.
Hablemos en la fiesta.
Esta oferta expirará, ¡así que no te lo pierdas!
Mi hermana tenía una sonrisa enorme en su rostro. Y ella solo sonreía así cuando se traía algo entre manos. Como la vez que se le ocurrió escaparnos de la iglesia e irnos a casa para terminar de ver
The Mandalorian después que nuestra amiga Jessyka nos diera su contraseña para acceder a Disney+. Vanessa había calculado el tiempo perfectamente para que pudiéramos regresar antes de que alguien se diera cuenta de que nos habíamos ido.
¿Qué tenía en mente esta vez y en cuántos problemas nos meteríamos?
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